jueves, 20 de octubre de 2011

¿Qué es una cátedra?

¿Cómo se entra a una cátedra? 
¿Cómo se toman decisiones -sobre contenidos, producción, 
          evaluación, etc.- al interior de una cátedra? 
¿Cómo aparece una cátedra en un aula? 

Textos sugeridos para acompañar la discusión:
La paradoja del aula, Pablo Hupert 
Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, Immanuel Kant


Post-encuentro 13-10


¿Qué es una cátedra? Generalmente, cuando decimos “la cátedra” nos referimos, implícita y exclusivamente, a le titular. / La cátedra opera como una secuencia de autoridades: de le titular de cátedra a le docente de prácticos, de le docente de prácticos al saber, del saber a le estudiante.

¿De qué formas aparece una cátedra en el aula? La cátedra funciona como un modo de control sobre estudiantes y docentes -en cuanto estructura y más allá de las bondades o no de le titular.  

Modos en que la cátedra aparece en el aula: la instancia de final -atraviesa la cursada reconduciendo en cada práctico a asegurar lo indispensable para su aprobación-; la temporalidad académica -hace de la no discusión la condición de posibilidad de cumplir con un programa (¿quién decide la temporalidad de un práctico? Ahí también aparece “la cátedra”); la interpretación de los textos -en general es la interpretación de le titular, y esto se ve en el aula: si une docente de práctico formula algo distinto de le titular no suelen asumirse como dos interpretaciones diferentes: la que hay que saber es “la certera”, que es la que estarán reproduciendo estudiantes y docentes en las instancias de evaluación-. Aparece lo que se plantea en el texto de Hupert; desde distintas dimensiones la cadena de autoridades: de le titular a le docente de práctico, de le docente a le estudiante.

Pero, ¿qué pasa si no se está de acuerdo con una posición teórica o con la interpretación de un texto? Ante todo, ¿qué es “estar de acuerdo”? Hay un estar de acuerdo que es más explícito y pasa la menor de las veces. Hay otro acuerdo que es más profundo y supone que la forma en que le titular dice algo es la forma en que le propie docente efectivamente lo va a entender. Y de la misma forma lo va a “entender” le estudiante (van a acordar con la interpretación del texto dada por le titular, van a ver en su palabra la Verdad). 

Cuando se trata de hacer un cambio es cuanto más aparece la cátedra: ahí hay un problema concreto, porque la igualdad no es una consigna –“está mal la jerarquía”-, sino que no se puede hacer otra cosa en el práctico -no sólo entre docentes y estudiantes sino entre les propies estudiantes-; no se puede hacer del práctico un lugar de pensamiento si eso debe ajustarse a las decisiones de Otro, a una jerarquía externa. 

A veces se escuchan docentes que se quejan de las jerarquías de les titulares. Y sin embargo participan de ellas: hay una responsabilidad docente en el sostenimiento de las jerarquías de una cátedra -del mismo modo que en las del aula una responsabilidad estudiante-, hay pereza y cobardía. Pereza porque es mucho más cómodo que alguien decida, por ejemplo, qué entra en un parcial, que tener que sentarse a discutir o reflexionar cómo hacer para pensar con les otres. Cobardía porque no me voy a oponer, porque “es mi trabajo”.

“Igualdad en la desigualdad”: si todos nos sometemos, ¿por qué vos no te sometés?, ¿por qué vos no te vas a someter? Planteo que aparece con recurrencia -más o menos implícito- tanto en el aula cuando une estudiante cuestiona algo (“¿quién sos, le docente para no someterte?”) como en una cátedra cuando lo hace une docente (“¿quién sos, le titular para no someterte?”). Naturalización y defensa pasivo-reactiva de las jerarquías.

Decir que no puedo cambiar mi función porque fui admitide bajo ciertas condiciones es obediencia debida (aquí salió Simone Weil: “si saliste de un lugar del mismo modo que entraste sos un esclavo”). La cuestión en el texto de Kant de la escisión público-privado: lo “normal” y esperable en la facultad es que desde las cátedras les docentes enseñen contenidos como “doctos”, aunque se contrapongan diametralmente a lo que practican en su lugar privado de trabajo; ¿qué pasaría si para entrar a un cargo se tuviera en cuenta la idoneidad política con lo enseñado? ¿Si eso fuera considerado un saber, un comprender efectivo los contenidos?)

¿Cómo se entra a una cátedra? Es imposible desligar esta pregunta de la pregunta “qué es una cátedra”. Una cátedra es una estructura de desigualdad, una selección -constitutivamente- excluyente en base a determinados parámetros que van a hacer que unas personas sean mejores que otras para entrar en ella. Tratar de corregir igualitariamente una estructura jerárquica es moral: es corregir los “desvíos” en el intento de volver a su “buen funcionamiento” el sistema -desigualitario- (en vez de transformarlo).

Asumir que los concursos son un método para resolver la desigualdad resulta, cuanto menos, paradójico. Lo que se mantiene incuestionado es la estructura de cátedra, mientras que se refuerza y legitima la lógica del mérito. Por otro lado, si los parámetros de evaluación de los concursos llevan el espíritu de la LES, esa misma LES que se cuestiona al Estado está operando en lo cotidiano (¿las opciones para pensar cómo actuar frente a estas cuestiones en términos de igualdad son las del “dedo” o el concurso? ¿O responden más bien ambas opciones a seguir pensando desde la lógica de la desigualdad?).

¿Qué es democracia en la universidad? La democracia de les representantes, de alguien que está en el lugar de otre. La falta de participación se justifica a partir de “la ignorancia”, en tanto la jerarquía se legitima en el saber. Ejemplo de la reglamentación propuesta por Feduba para les ad-honorem: hay que dar “un gran debate democrático” [sobre la estructura de cátedra] “entre docentes y autoridades”... Cómo en varios espacios universitarios post-2001 se ha trascendido lo propuesto en la Reforma del ´18 –más que “incluir/integrar” claustros, salir de la lógica de los claustros- para que Feduba “democratice” en un sentido pre-reforma… / ¿Qué es democracia en la universidad? Relación de la cátedra y el plan de estudios: la democracia de la exposición de titulares (y siempre discutir el plan de estudios “afuera” mientras se reproduce en lo cotidiano del aula la ausencia de participación en las decisiones). 

Entre otras cuestiones que surgieron en la discusión: la construcción de la práctica política  cuestionadora como “inmadura” (por ejemplo, durante la toma, docentes a quienes se etiquetó de “inmaduros” o “pendeviejos”). Pero cuestionar una práctica desde la “inmadurez” más que del objeto habla del sujeto, más que de lo cuestionado habla de quien cuestiona. Porque aun si lo cuestionado son formas estabilizadas de contraponerse a algo, en absoluto transformadoras, lo que está implicado en ese tipo de cuestionamiento es una concepción unilineal de lo social, y por tanto una concepción -política- muy cuestionable (básicamente, de derecha). Hay una noción de verdad sumamente autoritaria puesta en juego en ese planteamiento: “la Verdad es esto, se llega acá” y “esto”/”acá” es el sistema. Concebir la “madurez” como sinónimo de adaptación al sistema es de sentido común, del absolutismo evolucionista propio de la derecha. Y la fundamentación última de eso es el sistema, es la adaptación al sistema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario